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viernes, 24 de julio de 2015

EL PURGATORIO, ¿UN INVENTO DE LA IGLESIA O TIENE FUNDAMENTO BÍBLICO? (PARTE III)

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           EL PURGATORIO
¿UN INVENTO DE LA IGLESIA
                  O TIENE
    FUNDAMENTO BÍBLICO?
                  (PARTE III)

🌾Naturaleza del Purgatorio.

A veces se piensa 😕 que el Purgatorio es como una sección del infierno, o “una especie de campo de concentración supramundano donde uno es forzado a sobrellevar castigos de una manera más o menos arbitraria” (Cardenal Joseph Ratzinger). Esto es errado, ya que en el infierno se odia a Dios y se mantiene el pecado; en cambio en el Purgatorio se le ama y las almas se purifican de toda mancha, y lo que desean quienes están allí, es estar pronto ante Su Presencia Divina.

📚Los teólogos en base a los textos bíblicos que fundamentan el Purgatorio, han hablado de que allí existen dos tipos de penas, a las cuales se ven sometidas las almas. De ello, Santo Tomas de Aquino refiere la pena de daño y la de sentido.

😩La pena de daño sería ese retraso de la visión de Dios, de esperar ansiosamente y esperanzado, ya que existe un aplazamiento de la visión beatífica, aunque sabe que es temporal; La pena de sentido, en base al texto bíblico de 1 Cor 3,15 muchos Padres de la Iglesia y grandes teólogos lo han interpretado como un sufrimiento por el “fuego” que abrasa las almas para purificarlas, aunque no es igual al fuego del infierno. Sin embargo, este sufrimiento no sería más que aquel sufrido por la dilación de la visión de Dios (cf 2 Cor 5, 10).

⏳¿Cuánto durará?

La permanencia temporal de cada alma será de acuerdo a la necesidad de purificación, sobre esto el dogma refiere: “Para cada alma el purgatorio durará hasta que logre la completa purificación de todo resto de culpa y pena. Una vez terminada la purificación será recibida en la bienaventuranza del cielo” (Ott, 1966) [1].

Pero en su conjunto el Purgatorio “no subsistirá después de que haya tenido lugar el gran juicio universal” (Ott, 1966) [1], ya que a la hora del Juicio Final sólo habrá dos estados el “Reino” y el “Infierno” (cf Mt 25, 34. 41), refiere San Agustín: “se ha de pensar que no existen penas purificativas sino antes del aquel último y tremendo juicio”.

💒¿Qué hace la Iglesia por las Almas del Purgatorio?

Desde los inicios del cristianismo la Iglesia ora por las almas del purgatorio, con la visión eclesial de que hay difuntos que necesitan nuestra solidaridad, pidiendo al Padre, rico en misericordia, que aminore las penas de ellas y logren pronto entrar en el Cielo (cf Hb 9, 27).

🙏🏻Es importante señalar, que en virtud de esto, se conmemora el día de los Fieles Difuntos, además de rogar a Dios en cada Misa por ellos diciendo «Acuérdate de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección y de todos los difuntos que confían en Tu Clemencia: admítelos a gozar de la luz de Tu Rostro» [2].

📝Algunas referencias de esta tradición:

En la tumba de Ágape (Bosco, 2000) [2] «Les ruego, hermanos, cuando vengan aquí a rezar e invoquen en sus oraciones al Padre y al Hijo, nos se olviden de hacer memoria de Ágape, para que Dios todopoderoso la guarde en la vida eterna» (Inscripción entre las más antiguas de la Roma cristiana, alrededor del año 180).

“No sin razón quedó determinado, mediante leyes establecidas por los apóstoles, que en la celebración de los sagrados e impresionantes misterios se haga memoria de los que ya han pasado de esta vida. Sabían, en efecto, que con ello los difuntos obtienen mucho fruto y consiguen gran provecho.”  - San Juan Crisóstomo [3].

“No es poca la autoridad de la Iglesia universal que se refleja en esta costumbre, cuando, en las oraciones que el sacerdote ofrece al Señor, nuestro Dios, sobre el altar, tiene su momento especial la conmemoración de los difuntos”
- San Agustín de Hipona [3].

“Por cada Santa Misa celebrada u oída con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y a las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen.” - San Gregorio Magno [3].

🙇🏻Para finalizar esta serie de medicinas sobre el Purgatorio, podríamos reflexionar lo siguiente: Si  queremos ver a Dios al momento de morir, procuremos en cada acto de nuestras vidas buscar la santidad, haciendo buenas obras y apartándonos de todo lo que puede manchar nuestras almas con el pecado, y no tener que esperar prolongar nuestra visión beatífica en el purgatorio.

✏Para el estudio y reflexión en el GOF✏:

 🔹Busca y comparte la cita bíblica donde San Pablo ora por un difunto y sus familiares.

 🔹¿Qué son las Misas Gregorianas?

 🔹Haz una oración especial por todas las almas del purgatorio, en especial las de tus seres queridos.

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🔹Elaborado por: Dixon Chirinos, Mfc.

🔹Fuentes:
     [1] Ott Lunwing (1966). Manual de Teología Dogmática. V Edición. Barcelona: Herder.
     [2] Bosco, T. (2000) 50 lecciones del Cristianismo.
     [3] Arráiz, J. M. El Purgatorio, la Iglesia Primitiva y los Padres de la Iglesia.
          Disponible en: http://www.apologeticacatolica.org/Masalla/Masalla28.html

🔹Fecha: 24 de Julio 2015

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  «Para que todos sean uno»
               (Jn 17, 21)

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sábado, 27 de diciembre de 2014

¿CÓMO SABEMOS QUE JESUCRISTO ES DIOS? [Parte 1ra]

《RTC-HF》

  ¿CÓMO SABEMOS QUE 
JESUCRISTO 
ES DIOS?  
[Parte 1ra]

  Lee y colecciona estas
    Medicinas para la Fe. 
  En cualquier instante te
    servirán para orientar
    a Testigos de Jehova 
     o hermanos de otras
     religiones que niegan 
la divinidad de
Jesucristo.
🔹➖🔹

Las palabras y obras de Jesús revelan su divinidad.

Algunas religiones reconocen a Jesús solo como un "gran hombre" o "profeta" y no como Dios. Eso sería imposible si tomamos en cuenta que Jesús habló y actuó como Dios. Si no fuera Dios, entonces sería un loco o mentiroso y blasfemo, tal como decían sus enemigos.

Jesús dice:

"Yo y el Padre somos uno" (Jn 10, 30)

Dios reveló su nombre como: "Yo soy". "Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". Y añadió: "Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros". (Exodo 3,14; Cf. Os 1,9). Jesús muchas veces declaró sobre si mismo: "Yo Soy". Sus palabras no dejan duda de que se trata del mismo "Yo Soy" absoluto que solo le pertenece a Dios.

"Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo" (Jn 8,23, cf Jn 17,14)

"Porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (Jn 8,24)

"Antes de que Abraham existiera, Yo Soy" (Jn 8,58)

"Soy luz del mundo" (Jn 9,5)

"Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy". Jn 13,19

🔹Fuente:Corazones.org
🔹Fecha: 27 de Dic 2014

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domingo, 23 de noviembre de 2014

LA CREMACIÓN (5ta y última Parte)...

💊 «« RTC - HF »»🔹

LA CREMACIÓN (5ta y última Parte)...
Una práctica cada vez más común

Los cementerios (dormitorios) son el lugar ordinario donde descansan los restos de nuestros difuntos porque, para nosotros son una manera de evocar la resurrección de los muertos. 

Últimamente, en muchas parroquias, sobre todo de nueva creación, se está ofreciendo la posibilidad de conservar las cenizas de los difuntos en los llamados nichos, criptas o columbarios. Estos deben ser erigidos atendiendo la solicitud pastoral de la iglesia sobre las cenizas, antes que por motivos crematísticos. 

Estos espacios serán el lugar donde, de manera ordinaria, serán depositadas las cenizas de los difuntos. Pues, como expresan algunos reglamentos de algunas diócesis: “De manera semejante a como la parroquia es durante la vida terrena de los fieles el espacio por excelencia para la celebración de la fe, también a ella compete en primer lugar custodiar el depósito de las cenizas sus miembros difuntos, significando de esta forma más claramente su pertenencia a la comunidad eclesial”.


Todo lo que aquí he comentado, es una explicación detallada de lo que parece en el “Ritual de Exequias”. El Ritual de Exequias es un libro litúrgico que recoge los ritos y las fórmulas funerarias cristianas, revisadas y enriquecidas, según la «Sacrosanctum Concilium», la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. 

Con la aprobación de una nueva edición del “Ritual de Exequias” para Italia, en marzo del 2012, la Santa Sede ha sido muy clara especificando que las cenizas ni se esparcen ni se guardan, solo se entierran en el cementerio o se depositan en una Iglesia.

Texto: Padre Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.
🔹Fecha: 23/11/2014
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sábado, 22 de noviembre de 2014

LA CREMACIÓN (4ta Parte)...

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LA CREMACIÓN (4ta Parte)... 
Una práctica cada vez más común

Pueden existir circunstancias especiales, tales como preocupaciones acerca de salud o transportación desde fuera del estado o del exterior, que provoquen que la familia tenga que hacer arreglos para la cremación antes de hacer arreglos para el funeral. 

Si la cremación ya se ha hecho, se recomienda lo siguiente: 
a) Una reunión con la familia y amistades para orar y recordar al difunto; 
b) la celebración de una liturgia funeral; 
c) una reunión con la familia y amigos para el entierro o depósito de los restos cremados en el cementerio durante el Rito de Sepultura. 

Como los restos cremados —como ya he insistido—deben de tratarse con el mismo respeto que se le da a los restos del cuerpo humano, y debe de sepultarse ya sea en la tierra o en el mar, «desperdigar» los restos en la tierra o en el mar, o dejar en la casa una parte de los mismos, por razones personales, es una disposición final del difunto que la Iglesia no acepta como reverente. Debe dejarse en claro que el entierro en el mar de los restos cremados difiere de desperdigarlos. 


Si los restos se van a sepultar en el mar deben de colocarse en un recipiente digno y bastante pesado para quedar en descanso final en el fondo del mar. Algunos documentos de la Iglesia y directorios de piedad de las distintas Conferencias Episcopales (conjunto de obispos de cada país) recalcan que se debe exhortar a los fieles a no conservar en su casa las cenizas de los familiares, sino a darles la sepultura acostumbrada. 

En algunas legislaciones, al respecto, como en la alemana, no se permite que las urnas salgan de sus crematorios si no se certifica que su destino es un cementerio o una Iglesia. Este modelo también se está preparando en Francia, y en otras naciones, algunas de las cuales trabajan en nuevas normativas que establezcan la obligación de destinar un espacio en los cementerios para albergar cenizas y urnas. No puede permitirse entre los fieles católicos que siga en expansión la costumbre de arrojar los restos cremados de un ser querido al medio ambiente o, peor aún, convertirlos en “diamantes o amuletos”, como se ha empezado a estilar.

🔹Fecha: 22/11/2014
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viernes, 21 de noviembre de 2014

LA CREMACIÓN (3ra Parte)

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LA CREMACIÓN (3ra Parte)... 
Una práctica cada vez más común

Ya hemos dicho que las cenizas, último residuo de un ser humano, merecen un trato y destino dignos, debiendo por tanto evitarse manipulaciones y depósitos que sean impropios, frecuentes hoy por desgracia como consecuencia de la secularización y el florecimiento de cierto neopaganismo y sincretismo, por eso es muy de alabar que sean depositadas en el cementerio o en una Iglesia. 


Es preferible que la Misa de Funeral o la Liturgia de Funeral fuera de la Misa se celebre en la presencia del cuerpo del difunto antes de ser cremado. El significado de tener el cuerpo del difunto presente durante la liturgia de funeral se indica a lo largo de los textos de la misa y por medio de las acciones rituales. 

Por lo tanto, cuando se hagan arreglos respecto a la cremación, se recomienda que: 
a) luego del velorio, o durante un tiempo de visita, se celebre la liturgia funeral en la presencia del cuerpo del difunto y que después de la liturgia de funeral, el cuerpo del difunto sea cremado; 
b) la Misa de Funeral termine con la ultima recomendación en la iglesia; 
c) en un tiempo apropiado, usualmente algunos días después, la familia se puede reunir en la Iglesia o en el cementerio para el entierro o depósito de los restos cremados. 

Durante este tiempo se celebra el Rito de Sepultura, en él que se incluirán las oraciones propias del entierro de las cenizas. 

Si la cremación ya se ha llevado a cabo antes de la Liturgia de Funeral, el párroco puede dar permiso de la celebración de una Liturgia de Funeral en la presencia de los restos cremados de la persona difunta. Los restos cremados del cuerpo deben de colocarse en un vaso digno. 

Las parroquias pueden comprar un osario (un recipiente donde se coloca la urna o la caja con las cenizas). En el lugar donde usualmente se coloca al ataúd, puede colocarse una mesa para poner allí los restos cremados. La urna funeral o el osario pueden ser llevados a ese lugar en la procesión de entrada y colocados sobre la mesa antes de que comience la liturgia.


🔹Fecha: 21/11/2014
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miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA CREMACIÓN (1era Parte)

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LA CREMACIÓN (1era Parte)... 
Una práctica cada vez más común


El tema de la cremación (llamada también incineración consiste en reducir, mediante el fuego, el cadáver a cenizas) es de gran actualidad.

Cada vez se está poniendo más de moda pedir ser cremado, pues, para muchos, es más práctico y para otros, menos oneroso, va ganando puestos sobre la inhumación y en muchos lugares ya supone cerca del 70% de los casos. 

Esta práctica se ha incrementado debido al menor gasto económico y, según las proyecciones de los expertos, en diez años será una opción prácticamente unánime. 

La incineración simplemente acelera el proceso natural de destrucción del cuerpo que con el tiempo queda reducido a polvo y ceniza. Las cenizas merecen el mismo respeto que el cadáver puesto que son restos de la persona que espera la resurrección, esto incluye, por supuesto, el uso de un recipiente digno que acoja las cenizas, la forma en que se carguen, el cuidado y la atención requerida para su transporte y colocación, y su reposo final.

Aunque la Iglesia recomienda la costumbre piadosa de dar sepultura a los cuerpos de los difuntos, permite la cremación con tal de que no se haga por razones contrarias a la enseñanza de la Iglesia (Código de Derecho Canónico, Canon 1176.3, Catecismo de la Iglesia Católica, #2301).

Texto: Padre Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.
🔹Fecha: 19/11/2014
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domingo, 28 de septiembre de 2014

"Te dijeron que EL PURGATORIO NO EXISTE? [3 Parte - 3/4]

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        "Te dijeron que
        EL PURGATORIO
            NO EXISTE?
          [3 Parte - 3/4]
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Damos razones de nuestra fe:

Cristo dice que daremos cuenta de cualquier palabra ociosa [Mt 12,36], es decir, hasta de las faltas más pequeñas.

Pero del infierno no sale nadie [Mt 18,8; 25,41,46], y no parece adecuado un infierno eterno para las faltas pequeñas. Hay pecados que no son para la muerte [1Jn 15,16].

Por otra parte, dice el Apocalipsis que en el cielo no entrará nada manchado [Ap 21,7].

Luego tiene que haber un medio para purificarse de las pequeñas faltas que no merecen un infierno eterno, pero que con ellas no se puede entrar en el cielo.

Eso es el Purgatorio.

🔹Tomado de: padre
    JORGE LORING
🔹Fecha: 28/09/2014.

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 ««  »»
        OREMOS TODOS
        POR LAS ALMAS 
       DEL PURGATORIO

    «Yo te ofrezco, Señor,
        por las almas del
     purgatorio, todas las
    obras satisfactorias de 
  mi vida entera, y todas
      las que por mí se
    ofrezcan después de
            mi muerte. 
  Te las ofrezco en unión
       de los méritos de
        Jesús y de María,
       y en manos de Ella 
            las deposito 
            para que las
         aplique según su
        voluntad. Dígnate
            aceptar este
           ofrecimiento, 
        y ayúdame a vivir
          y a morir en tu 
       santa gracia. Amén». 
                            
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sábado, 27 de septiembre de 2014

"Te dijeron que EL PURGATORIO NO EXISTE? [2 Parte - 2/4]

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        "Te dijeron que
        EL PURGATORIO
            NO EXISTE?
          [2 Parte - 2/4]
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✔ San Pablo indica que hay purificación más allá de la muerte [1Cor 10,3-5]. Y supone que se puede ayudar a los muertos [2Tim 1,16 ss], pues pide por Onesíforo, ya difunto.

Como los del cielo no lo necesitan, y en el infierno esto ya no es posible[9], San Pablo se refiere a las almas del purgatorio.

Hablando del pecado contra el Espíritu Santo, dice Jesucristo que «no se perdona ni en esta vida ni en la otra»[Mt 12,32].

Esto significa que hay pecados que se perdonan en la otra, es decir, en el purgatorio[11]; pues en el cielo no es necesario y en el infierno, no es posible, pues dijo Cristo, que el infierno es eterno[Mt 25,41].

Por lo tanto se puede ayudar a las almas del purgatorio. Por eso los cristianos, desde el principio, han orado por los difuntos. 

◽FUENTES
     BIBLIOGRÁFICAS:
▫[1] SAN FRANCISCO DE SALES: Meditaciones sobre la Iglesia, 3ª,II,2. Ed. BAC. Madrid.1985. 

▫[2] MAX MEINERTZ:
     Teología del Nuevo Testamento, 1ª, III, 3. Ed. FAX. Madrid. 
🔹Fecha: 27/09/2014.

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              ««  »»
        OREMOS TODOS:

         Oh buen Jesús, 
             mi Señor.
    Hágase en nosotros 
              tu obra.
          Con tu gracia 
fortalece nuestro espíritu, 
         en el sacrificio
     y en las privaciones.
       Oh Virgen María.
            Ayúdanos.!
                            
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viernes, 26 de septiembre de 2014

"Te dijeron que EL PURGATORIO NO EXISTE? [1 Parte - 1/4]

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        "Te dijeron que
        EL PURGATORIO
            NO EXISTE?
          [1 Parte - 1/4]
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✔La existencia del purgatorio es dogma de fe[1-2]. Esta definido en los Concilios de Lyon y Florencia[3]. También en el Concilio de Trento[4].

✔«Ya en el siglo II se ofrecía la eucaristía por los difuntos»[5].

✔En el Segundo Libro de los Macabeos (12: 43-46) se dice que con las limosnas en favor de los muertos éstos quedan liberados de sus pecados. Lo cual confirma la existencia del purgatorio.

Esto es tan claro que los protestantes, para negar la existencia del purgatorio se ven obligados a negar la autenticidad de este texto.

✔Sin embargo, la Iglesia, desde el principio, desde el Concilio III de Cartago (canon 47), ha tenido este texto como inspirado[6]. 

✔ El mismísimo Jesucristo en Mt 24,15-16 está citando el libro de los Macabeos, específicamente el cap 5, vers 24-27; y del cap 6, vers 1-3 [De estos pasajes de Macabeos también hablan Dn 9,27 y Sal 74,1-10]
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FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
▫ [1] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1030. 
▫[2] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº693. Ed. Herder. Barcelona. 
▫[3] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº464 y 693. Ed. Herder. Barcelona.
▫[4] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº840. Ed. Herder. Barcelona.
▫[5] FRANCISCO DE MIER. Apuesta por lo eterno, IV, 1. Ed. San Pablo. Madrid. 1997. 
▫[6] SAN FRANCISCO DE SALES: Meditaciones sobre la Iglesia, 3ª,II,5. Ed. BAC. Madrid.1985.
🔹Tomado de: Padre
     JORGE LORING.
🔹Fecha: 26/09/2014.

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         Oh buen Jesús, 
             mi Señor.
    Hágase en nosotros 
              tu obra.
          Con tu gracia 
fortalece nuestro espíritu, 
         en el sacrificio
     y en las privaciones.
       Oh Virgen María.
            Ayúdanos.!
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lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Cruzando el valle!. Conociendo sobre El Purgatorio


"Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios!. Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor" (Rom 8, 38-39) 

Una de las características fundamentales de nuestra Iglesia es la piedad y el amor por nuestros difuntos; incluso, después de haber abandonado este mundo. Esta piedad y amor lo demostramos acompañándolos con nuestras oraciones; ya que estamos convencidos que a pesar de ya no existir en cuerpo, si sigue con vida el alma; alma que de ser perfectamente pura va inmediatamente al cielo; mas de no estar completamente purificada debido a algunas malas obras, van a un lugar donde un fuego purificador y no destructor las purifica. A este lugar se le conoce como "PURGATORIO".

En la teología católica, el purgatorio es un estado transitorio de purificación y expiación donde, después de su muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal pero que han cometido pecados leves no perdonados o graves ya perdonados en vida pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatífica de Dios. Debido a que todo aquél que entra en el Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano, el purgatorio no es una forma del Infierno. Las plegarias a Dios por los muertos, la celebración de eucaristías y las indulgencias pueden acortar la estadía de una o varias almas que estén en dicho estado.

El tipo de penas que se padecen son equivalentes a las del infierno, en el sentido que se siente la lejanía de Dios, pero no son eternas y purifican porque la persona no está empedernida en una opción por el mal. Por eso el Purgatorio es la purificación final de los elegidos, la última etapa de la santificación.

El purgatorio en la Biblia: La palabra PURGATORIO no aparece en la biblia explícitamente, no siendo esto motivo para asegurar que no existe; ya que, pudiéramos preguntarnos ¿la palabra TRINIDAD está en la Biblia?. No, pero aún así creemos en ella, al igual que las palabras Reverendo o Asambleas de Dios. El purgatorio aparece en la Biblia en forma de parábola en Mt 5, 25-26, donde el Señor nos dice: "Ponte a buenas con tu adversario pronto, mientras vas por el camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último céntimo". En este pasaje de la Escritura se habla de la "cárcel, de la que no se puede salir "hasta que pague el último céntimo". La cárcel representa el lugar donde se paga la deuda espiritual; es decir, el purgatorio.

Siguiendo con las parábolas, el Señor en Mt 18, 23-35 cuenta que el Reino de los Cielos es como un siervo que tiene una deuda de diez mil talentos con el rey; el rey le perdonó la deuda al siervo; ya que, éste aseguraba no tener con que pagar. Seguidamente, saliendo el siervo de la presencia del rey, se encontró con un compañero que le debía cien denarios, el compañero al no tener dinero para pagar le rogó que le diera un plazo y el siervo se negó, lo metió en la cárcel hasta que pagará. Sucedió que le fueron con la noticia al rey y éste mandó a llamar a su siervo, lo amonestó por no haber perdonado la deuda a su compañero, siendo que el mismo le había perdonado su deuda. El rey lo entregó a los torturadores hasta que pagase todo lo que debía. Al final Jesús dice: "Así hará mi Padre celestial con vosotros, si cada uno de vosotros no perdona de corazón a su hermano". Cabe recordar incluso que Jesucristo enseñó a orar poniendo la condición de ser perdonados, perdonando: "¼y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;" (Mateo 6, 12). Así, como en el Cielo no hay "verdugos" que cobren la deuda, el catolicismo concibe un lugar intermedio donde los salvados purifiquen las deudas pendientes. 

Hay además algunos teólogos y místicos que señalan que el purgatorio se vive aquí en la tierra, siendo experimentada la purificación después de la muerte mientras que se vaga como alma en pena. Los vivos no podrían ver a las almas en pena salvo algunas excepciones. En este sentido, alma en pena pareciera corresponder al concepto de fantasma. Al respecto, el Apocalipsis anuncia: "El Anciano me replicó: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero.»"
(Apocalipsis 7,14). http://es.wikipedia.org/wiki/Purgatorio

Aquí volvemos a ver como el Señor explica que de cometer una falta debemos pagar por ella.

Purificados por el fuego: (1 Cor 3, 12-15): "Pero si uno edifica sobre éste fundamento con oro, plata, piedras preciosas, maderas, heno, paja; aparecerá clara la obra de cada uno, pues aquel día lo descubrirá, porque se revelará en fuego, y el mismo fuego probará cuál fue la obra de cada uno. Si la obra que cada uno edificó subsiste, recibirá el premio; si quedase consumida, sufrirá el daño; Él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por fuego".

Pablo en su carta a los Corintios no está más que describiendo el Purgatorio como un fuego en el que se pondrán a prueba las obras de cada uno; siendo consumidos en este fuego las malas obras (madera, heno, paga). Se interpreta de manera lógica que este fuego purifica a la persona, ya que no consume las buenas obras (oro, plata y
piedras preciosas); para que la persona "reciba el premio".

Las oraciones por los difuntos: En la Iglesia católica tenemos fe en que la persona al morir a pesar abandonar este mundo corporalmente, sigue existiendo como espíritu. Dicho espíritu tienes dos (2) destinos finales: La salvación (el cielo) o la condena (el infierno). Ahora bien, a la salvación se puede acceder de manera directa o pasando por una etapa de purificación previa. Al infierno se llega, de forma directa, de merecerlo así.
De aquí, la necesidad de orar por los difuntos; ya que, con nuestras oraciones ayudamos a que la pena en purificación se reduzca.

En II Tim 1, 16-18, Pablo le dice a Timoteo: "Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de mis condenas; sino, que llegado a Roma me buscó con solicitud y me encontró. Concédale el Señor hallar misericordia en aquel día ante el Señor. Tu sabes mejor que nadie cuantos servicios me prestó en Efeso".

En este pasaje de la Biblia, tenemos a Pablo claramente
pidiendo que el Señor le conceda misericordia a Onesíforo, un amigo que le prestó mucha ayuda y que había fallecido. Además podemos ver oraciones y sacrificios por los difuntos en II Mac 12, 38-46.

Otras razones bíblicas de la existencia del Purgatorio: Tenemos en la Biblia otras evidencias cerca de la existencia del PURGATORIO como Mt 12, 32 y I Jn 5, 19, donde se nos dice que hay pecados que no se perdonarán en esta vida ni en la otra; dando esto la posibilidad de que hayan pecados que si se perdonen y esto se corrobora en I Jn 5, 16-17, donde claramente nos enseña "Toda injusticia es un pecado, pero hay pecados, que no merecen la muerte". Además en Apoc 21, 27 hace referencia a que nada impuro entrará en el cielo; así que toda persona que haya pecado, más si dicho pecado no mecer la muerte, debe ser limpiada de toda
mancha de pecado para poder ingresar al Reino de Dios.

Otros textos con los que se prueba la existencia del purgatorio son:

Fuentes principales: 2 Mac 12,42-46; Mt 5,26; 12,32; 1 Cor 3,10-15; 2º Tim 1,16; 1º Jn 5, 16; Ap 21,27.
Fuentes secundarias: Gn 50,10; Deut 34,8; 2º Crón 6,30; Tob 4,10; 4,17; 12,9; Sal 51; Sab 3,5; Bar 3,4, Zac 9,11;
13,8-9; Miq 7,8-9; Malq 3,2-3, Eclo 38,16-17, Mt 5,7; 5,48; 12,36-37; 18,34; 20,1-16; Lc 6,19-31; 12,39-48.58- 59; 1º Cor 12,24-26; 15,22-24; 15,29-30; 2º Cor 5,9-10; Ef 6,18; Flp 2,10; 2º Tim 1,16-18; 4,18-19; Jn 8,24; Heb 12,14.23; Sant 1,13-16; 1º Ped 1,7; 3,18-20; 4,6; 5,10; Jud 20-23; Ap 3,18-19; 21,4.

La doctrina del Purgatorio ha sido una enseñanza constante del Magisterio de la Iglesia. Además de la Biblia, la Iglesia se apoya en la tradición apostólica para definir una doctrina. En el caso del Purgatorio, el Catecismo cita a san Gregorio Magno y a san Juan Crisóstomo. Pero hay muchas citas sobre el purgatorio en los llamados Padres de la Iglesia, tales como San Gregorio Magno (540-604), San Cesáreo de Arlés (470-543), Tertuliano (155-230), San Cipriano de Cartago (¿200?-258), San Agustín de Hipona (354-430), entre otros.

El Catecismo de la Iglesia Católica se refiere al Purgatorio o
purificación final en los siguientes términos:

Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en
el gozo de Dios. CIC, 1054.

La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y Lyon, que refutaron a los griegos orientales: "Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del purgatorio".

Más extensamente fue formulada en el Concilio de Trento que insiste: Cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos; aquellas, empero, que tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de tropiezo para los fieles.

También se ha hecho referencia al Purgatorio en el último Concilio Ecuménico, el Vaticano II (1962-1965)

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica13 dedica un par de puntos que resumen esta doctrina: El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza. En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia. Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 210-211

La Iglesia católica, usando un lenguaje actual, explica la doctrina del purgatorio en los siguientes términos: Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1 Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a urificación final en los siguientes términos:


Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en
el gozo de Dios. CIC, 1054.

La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y Lyon, que refutaron a los griegos orientales: "Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del purgatorio".

Más extensamente fue formulada en el Concilio de Trento que insiste: Cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos; aquellas, empero, que tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de tropiezo para los fieles.

También se ha hecho referencia al Purgatorio en el último Concilio Ecuménico, el Vaticano II (1962-1965)

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica13 dedica un par de puntos que resumen esta doctrina: El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza. En virtud de la comunión de los santos, los fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia. Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 210-211

La Iglesia católica, usando un lenguaje actual, explica la doctrina del purgatorio en los siguientes términos: Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1 Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a «purificarnos de toda mancha de la carne y del espíritu» (2 Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta. Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida.

Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección.

En palabras de San Agustín, todas las obras buenas que se practican en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio. El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la hace, y no puede cederse. Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios; lo impretratorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide. Por último, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar la pena por los pecados. Es este último efecto satisfactorio el que se cede a las ánimas del purgatorio, ofreciendo a Dios una compensación por la pena temporal debida. No es un voto riguroso, ni requiere ningún formalismo más allá de hacerlo con el corazón, sino una cesión voluntaria que puede rectificarse en cualquier momento. Tampoco debería decirse heroico pues se gana más de lo que se cede. http://es.wikipedia.org/wiki/Purgatorio


Muchas almas a la hora de la muerte tienen manchas de pecado, es decir merecen castigo temporal por pecados mortales o veniales, ya perdonados en cuanto a la culpa.  La Iglesia entiende por purgatorio el estado o condición en que los fieles difuntos están sometidos a purificación.

Las almas de los justos son aquellas que en el momento de separarse del cuerpo, por la muerte, se hallan en estado de gracia santificante y por eso pueden entrar en la Gloria. El juicio particular les fue favorable pero necesitan quedar plenamente limpias para poder ver a Dios "cara a cara". 

El tiempo que un alma dure en el purgatorio será hasta que esté libre de toda culpa y castigo. Inmediatamente terminada esta purificación el alma va al cielo. El purgatorio no continuará después del juicio final.

Las penas del purgatorio


Aunque no sea doctrina-definida, se mantiene como doctrina común que el sufrimiento mayor del purgatorio consiste en la "pena de ausencia", porque las almas están temporalmente privadas de la visión beatífica. Sin embargo, no hay comparación entre este sufrimiento y las penas del infierno. El purgatorio es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios algún día cara a cara. Las almas lo llevan con paciencia, pues comprenden que la purificación es necesaria. Lo aceptan generosamente por amor de Dios y con perfecta sumisión a su voluntad.

Las penas del purgatorio son proporcionales al grado de pecado de cada persona. Es probable que las penas del purgatorio vayan disminuyendo gradualmente y aumente en ellas la alegría de la cercana entrada en el cielo. Estas almas tienen total certeza de la salvación y poseen fe, esperanza y caridad. Saben que ellas mismas están en amistad con Dios, confirmadas en gracia. 

Testimonios de los Padres


Son muchos. Aquí solo presentamos unos pocos:

Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma".

A San Agustín le preguntaron: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?". El respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".

San Gregorio Magno: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

San Gregorio ofreció 30 misas por el alma de un difunto. Más tarde ese difunto se le apareció en sueños a darle las gracias ya que por esas misas había logrado salir del purgatorio.

En otra ocasión,  San Gregorio, estando celebrando la Misa, elevó la Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos y el les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio".


LA PURIFICACION FINAL O PURGATORIO
1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. 

1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura, (por ejemplo, 1 Co 3,15; 1P1,7) habla de un fuego purificador:

Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro.

1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, (cf DS 856) para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, (cf. Jb 1,5)  ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41,5).



El Purgatorio: Purificación necesaria para el encuentro con Dios
Catequesis de Juan Pablo II 
Miércoles 4 de agosto 99


1. Como hemos visto en las dos catequesis anteriores, a partir de la opción definitiva por Dios o contra Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o vive con el Señor en la bienaventuranza eterna, o permanece alejado de su presencia.
Para cuantos se encuentran en la condición de apertura a Dios, pero de un modo imperfecto, el camino hacia la bienaventuranza plena requiere una purificación, que la fe de la Iglesia ilustra mediante la doctrina del «purgatorio» (cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1030-1032).

2. En la sagrada Escritura se pueden captar algunos elementos que ayudan a comprender el sentido de esta doctrina, aunque no esté enunciada de modo explícito. Expresan la convicción de que no se puede acceder a Dios sin pasar a través de algún tipo de purificación.

Según la legislación religiosa del Antiguo Testamento, lo que está destinado a Dios debe ser perfecto. En consecuencia, también la integridad física es particularmente exigida para las realidades que entran en contacto con Dios en el plano sacrificial, como, por ejemplo, los animales para inmolar (cf. Lv 22, 22), o en el institucional, como en el caso de los sacerdotes, ministros del culto (cf. Lv 21, 17-23). A esta integridad física debe corresponder una entrega total, tanto de las personas como de la colectividad (cf. 1R 8, 61), al Dios de la alianza de acuerdo con las grandes enseñanzas del Deuteronomio (cf. Dt 6, 5). Se trata de amar a Dios con todo el ser, con pureza de corazón y con el testimonio de las obras (cf . Dt 10, 12 s).

La exigencia de integridad se impone evidentemente después de la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con Dios. Quien no tiene esta integridad debe pasar por la purificación. Un texto de san Pablo lo sugiere.

El Apóstol habla del valor de la obra de cada uno, que se revelará el día del juicio, v dice: «Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento (Cristo), resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (1Co 3, 14-15).

3. Para alcanzar un estado de integridad perfecta es necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona. Por ejemplo, Moisés obtiene el perdón del pueblo con una súplica, en la que evoca la obra salvífica realizada por Dios en el pasado e invoca si fidelidad al juramento hecho a los padres (cf. Ex 32, 30 y vv. 11-13). La figura del Siervo del Señor, delineada por el libro de Isaías, se caracteriza también por su función de interceder y expiar en favor de muchos; al término de sus sufrimientos, él «verá la luz» y «justificará a muchos», cargando con sus culpas (cf. Is 52, 13-53, 12, especialmente, 53, 11).

El Salmo 51 puede considerarse, desde la visión del Antiguo Testamento, una síntesis del proceso de reintegración: el pecador confiesa y reconoce la propia culpa (v. 6), y pide insistentemente ser purificado o «lavado» (vv. 4. 9. 12 y 16), para poder proclamar la alabanza divina (v. 17).

4. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como el intercesor, que desempeña las funciones del sumo sacerdote el día de la expiación (cf. Hb 5, 7; 7, 25). Pero en él el sacerdocio presenta una configuración nueva y definitiva. Él entra una sola vez en el santuario celestial para interceder ante Dios en favor nuestro (cf. Hb 9, 23-26, especialmente el v. 24). Es Sacerdote y, al mismo tiempo, «víctima de propiciación» por los pecados de todo el mundo (cf. 1 Jn 2, 2).

Jesús, como el gran intercesor que expía por nosotros, se revelará plenamente al final de nuestra vida, cuando se manifieste con el ofrecimiento de misericordia, pero también con el juicio inevitable para quien rechaza el amor y el perdón del Padre.

El ofrecimiento de misericordia no excluye el deber de presentarnos puros o íntegros ante Dios, ricos de esa caridad que Pablo llama «vínculo de la perfección» (Col 3, 14).

5. Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a «purificamos de toda mancha de la carne y del espíritu» (2Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.

Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección (cf. concilio ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis: Denzinger-Schönmetzer, 1304; concilio ecuménico de Trento, Decretum de justificatione y Decretum de purgatorio: ib., 1580 y 1820).

Hay que precisar que el estado de purificación no es una prolongación de la situación terrena, como si después de la muerte se diera una ulterior posibilidad de cambiar el propio destino. La enseñanza de la Iglesia a este propósito es inequívoca, y ha sido reafirmada por el concilio Vaticano 11, que enseña: «Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en tierra (cf. Hb 9, 27), mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt 22, 13 y 25, 30)» (Lumen gentium, 48).

6. Hay que proponer hoy de nuevo un último aspecto importante, que la tradición de la Iglesia siempre ha puesto de relieve: la dimensión comunitaria. En efecto, quienes se encuentran en la condición de purificación están unidos tanto a los bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la casa del Padre (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1032).

Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo Místico, así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna. 







En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizadoera el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.



El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos). 
http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/biblia/canon_desarrollo.htm



La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente:

El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.


(Judas Macabeo) efectuó entre sus soldados una colecta... a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado... Pues... creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren en gracia de Dios... Ofreció este sacrificio por los muertos; para que fuesen perdonados de su pecado.

Los protestantes no reconocen que este libro es parte de la Biblia porque Lutero lo quitó de su Biblia precisamente porque él sabía que se refería al purgatorio.


En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos:"Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido (ver arriba). Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer".

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT.  Los consideran libros que ellos llaman "apócrifos". 
  • Tobías
  • Judit
  • Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • I Macabeos
  • II Macabeos
  • Sabiduría
  • Eclesiástico (también llamado "Sirac")
  • Baruc

Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28.  También se refirió a la epístola de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña explícitamente: "Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe". (Ver:Fe y obrasEstado actual del diálogo Católico-Luterano al respecto)

Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:
  • Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
  • Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
  • Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T. 

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.