lunes, 18 de abril de 2011

Santísima Virgen creada por Dios

Por el pecado original, Adán y Eva  todos los seres perdimos la gracia santificante y el derecho al cielo. Pero Dios Padre, lleno de misericordia, en medio de su justicia, promete la salvación a la humanidad.

Después de escuchar la palabras de Adán y Eva explicando lo sucedido, Dios se dirigió a la serpiente y le dijo:
"Pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; ella quebrará tu cabeza y tu estarás siempre bajo sus pies" (Gen 3, 14-15).

También en el libro de Isaías, se encuentra otra promesa: "He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz a un Hijo y su nombre será Emmanuel" (Is 7, 14). En esta profecía se ven dos acontecimientos grandiosos: primero, se anuncia el gran misterio de la Encarnación, hecho que se cumplió en el momento en que la Virgen Santísima dio su consentimiento a las palabras del ángel Gabriel, el día de la Anunciación. En segundo lugar, se anunciaba además el nacimiento del Mesías, hecho que se cumplió en Belén la noche del 24 de diciembre.

El Cantar de los Cantares proclama: "¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejercito en batalla (Cant 6, 10).

En este hermoso poema, se compara a María con la aurora, porque su nacimiento fue anuncio de la venida de Jesucristo. Se compara con la luna, porque así como este astro disipa las tinieblas de la noche, la Santísima Virgen María, con el brillo de sus virtudes, ahuyenta las tinieblas del pecado. Se compara con el sol, porque Ella llena de esplendor a todos los seres de la tierra. Y con un ejercito, por el poder que Dios le ha dado para vencer al maligno.

María fue predestinada, antes que ninguna otra criatura, a la gracia, a la gloria y a la dignidad incomparable de Madre de Dios.

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